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Baja tolerancia a la frustración

¿Qué es la baja tolerancia a la frustración (BTF)?


La tolerancia a la frustración es la capacidad que tenemos para soportar situaciones desagradables que vayamos encontrando en nuestras vidas.


Cada vez más personas sufren baja tolerancia a la frustración. Ésta se concreta en la incapacidad de tolerar las molestias, contratiempos o demoras en la satisfacción de sus deseos. No soportan ningún sentimiento o circunstancia desagradable o que las cosas no salgan como ellos quieren. En definitiva, no soportan sentirse frustrados. Las cosas feas les parecen espantosas, las malas terribles y las molestias insoportables.


La persona con baja tolerancia a la frustración:

  • magnifica el lado malo de cada situación

  • cuando no puede satisfacer sus deseos, insiste, impone y ordena a los demás que les satisfagan

  • siente agitación, ansiedad, tristeza, resentimiento o enfado con el mundo


El papel de las creencias irracionales


La baja tolerancia a la frustración se sustenta en creencias irracionales que condicionan la forma de ver el mundo e interpretar la realidad y que, posteriormente, se materializan en pensamientos falsos y automáticos.


Las creencias irracionales nos reafirman en que el malestar o la frustración son emociones insoportables a erradicar. La persona que tiene una baja tolerancia a la frustración:

  • cree que tiene derecho a obtener todo lo que desea y lo exige

  • cree que es necesario que la vida sea más sencilla y confortable

  • cree que no puede soportar ninguna dificultad, demora o fracaso

  • confunde sus deseos con necesidades

De estas creencias, se derivan pensamientos falsos, que surgen de forma automática, y la persona afectada:

  • piensa tanto sufrimiento la matará (lo que no pasa)

  • piensa que no puede soportar esta frustración (lo que es falso)

  • quiere ser feliz siempre (lo que es muy difícil que ocurra)

Este tipo de pensamientos nos colocan en un lugar desde el que es complicado poder resolver la situación que nos inquieta. No nos permiten la claridad y la calma necesarios para poder actuar con sentido común y, por otra parte, nos anclan a la idea de que no somos capaces de resolver la situación.


En el punto más extremo, la persona llega a anticipar la situación que teme y las emociones que le acompañan. Experimenta miedo o ansiedad a sufrir sentimientos desagradables. Esta práctica se conoce como "ansiedad por el malestar".


En el caso de las personas que sufren adicciones, la ansiedad por el malestar les lleva a consumir para evitar la ansiedad que produce la abstinencia o situación desagradable por la que transitan.


¿Cómo desmontar las creencias irracionales?


Tanto si nos gusta como si no, la vida está llena de incomodidades y es necesario aprender a afrontar los problemas y el malestar para poder salir adelante en último término.


Si sufrimos de baja tolerancia a la frustración y la ansiedad por el malestar nos bloquea, podemos cuestionar nuestras creencias irracionales. A tal fin, podemos utilizar un registro con las siguientes columnas:

Columna A: Situación activadora antecedente

Columna B: Pensamientos o creencias

Columna C: Consecuencias emocionales y conductuales

Columna D: Debate

Columna E: Nuevo estado emocional


El proceso es el siguiente:

  1. Darnos cuenta de que nos sentimos mal y anotarlo en la columna C del registro. Anotar también cómo actuamos en este momento (¿cómo me siento?)

  2. Describir la situación de partida, que ha desatado el malestar, en la columna A. (¿qué ha pasado?)

  3. Detectar los pensamientos que tenemos, y que alteran nuestras emociones y acciones, y anotarlos en la columna B

  4. Cuestionarnos los pensamientos que hemos plasmado en la columna B, verificando su veracidad y ajuste a la realidad a través de distintas preguntas:

    1. preguntas que intentan evaluar la evidencia lógica y la consistencia y claridad semántica de lo que estamos pensando. Por ejemplo:

      1. ¿puedo demostrar que lo que pienso es así?

      2. ¿dónde está escrito que esto es así?

    2. preguntas que intentan evaluar las consecuencias reales de la situación. Por ejemplo:

      1. ¿qué es lo peor que podría ocurrir?

      2. ¿puedo sentirme bien aunque esto sea así?

    3. preguntas que intentan analizar a qué me aboca pensar de esta forma:

      1. ¿me resulta rentable y me compensa pensar cómo pienso?

      2. ¿qué consecuencias tiene en mí pensar de ese modo?

      3. pensar así, ¿mejora la situación en la que me encuentro, resuelve el problema o me hace sentir mejor?

  5. Constatar el nuevo estado emocional que logramos después del debate con nosotros mismos. Generalmente, después de respondernos a estas preguntas, somos capaces de modificar los pensamientos automáticos por otros más realistas, prácticos y saludables emocionalmente. No se trata de eliminar la emoción negativa sino de minimizarla para poder analizar la situación con mayor objetividad y transitarla.



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